En octubre, tuve la gran oportunidad de visitar el Museo de los Derechos Civiles en Memphis, Tennessee, una experiencia que me dejó abrumada por la emoción. Mientras caminaba por las exhibiciones, me sorprendieron las crudas realidades de cómo se trataba a las personas únicamente en función del color de su piel. El dolor de esas injusticias resonó profundamente dentro de mí, y me encontré llorando, lidiando con el dolor que es difícil de expresar con palabras.
Como latina, entiendo que nuestra comunidad encarna un rico tapiz de colores y texturas. Esta diversidad debe ser celebrada, no condenada. El museo sirve como un recordatorio conmovedor de las luchas que enfrentan innumerables personas, y me hizo reflexionar sobre nuestra humanidad compartida.
Ver las imágenes y los artefactos inquietantes, como hombres encadenados debajo de una mesa, fue un recordatorio discordante de que tal crueldad nunca debería infligirse a nadie, y mucho menos a un ser humano. Es una realidad dolorosa, pero es una que todos debemos enfrentar. Insto a todos a visitar el museo, a dar testimonio y a honrar el legado de aquellos que lucharon por la justicia. Al hacerlo, podemos comprender mejor nuestra historia y luchar por un futuro más equitativo.
Entiendo que millones de personas visitan Beale Street por la comida y la música, incluso van a la casa de Elvis, en la que yo también he estado, pero el Museo de los Derechos Civiles para mí me cambió la vida, asegúrate de que esté en tu lista de lugares para visitar.
Rosa J. Parra
Palo Magazine, Founder