Abrazando la fuerza, mi viaje como Veterana:
Como orgullosa veterana de la Guardia Nacional del Ejército, mi viaje de 1999 a 2010 estuvo marcado por profundas experiencias y un profundo sentido del deber. Al crecer como puertorriqueña en una familia que tenía nuestro apellido paterno en alta estima, sentí un deseo innato de dar un paso adelante y representar ese nombre con honor. El legado militar de mi familia —mi tío Mickey en el Ejército, mi tío Freddy en la Guardia Nacional del Ejército, mi tío Joseito en la Marina y mi abuelo, un veterano de la Guerra de Corea— me inculcó un sentido de responsabilidad y orgullo. Mi padre, que a menudo hablaba de su aspiración de servir, fue un modelo a seguir para mí, haciendo hincapié en los valores del compromiso y la resiliencia.
Desde muy joven, exhibí un espíritu rebelde, ansioso por explorar límites que parecían imposibles para las mujeres de mi familia. La vida militar no solo alimentó mi ambición, sino que también me proporcionó fuerza interior, enseñándome a seguir adelante incluso en los momentos más oscuros. Cada día en uniforme era un testimonio de mi determinación de mantener el legado de mi familia mientras forjaba mi propio camino.
En 2011, después de la recesión, mi familia tomó la decisión de mudarse al norte del estado de Nueva York. Esta transición fue significativa, marcando el final de mi servicio militar. Dejar atrás la estructura y la camaradería de la vida militar fue un desafío. Volver a la vida civil después de una movilización en Irak fue como entrar en un mundo diferente. Los problemas de los que me rodeaban parecían triviales comparados con las realidades a las que me había enfrentado en combate. Adaptarme a esta nueva vida requirió tiempo y perseverancia, y a menudo me encontraba lidiando con la confusión que provenía de ser una veterana hispana.
El dicho: “Una vez soldado, siempre soldado”, resuena profundamente en mí. Los valores que aprendí en las fuerzas armadas —integridad, disciplina y lealtad— siguen guiando mi vida. La transición a la vida civil no consistió simplemente en encontrar un nuevo trabajo o una nueva rutina; Se trataba de reconciliar mis experiencias pasadas con mi identidad presente. Hubo momentos en los que me sentí aislada, navegando por un paisaje en el que mis experiencias militares a menudo eran malinterpretadas o infravaloradas.
A lo largo de este viaje, he descubierto una increíble red de apoyo entre mis compañeros veteranos y la comunidad en general. Compartir historias con otras personas que han enfrentado desafíos similares me ha ayudado a procesar mis experiencias y a comprender las complejidades de mi identidad como mujer hispana en un espacio predominantemente masculino. He aprendido a aceptar mi perspectiva única, reconociendo que mi voz como veterana es vital para abogar por la representación y la comprensión.
A medida que se acerca el Día de los Veteranos, animo a todos a ser amables con los veteranos de su círculo. No solo les agradezcas por su servicio; Pregúnteles si necesitan algo. La mayoría de los veteranos no pedirán ayuda, por lo que ofrecer apoyo puede ser un verdadero regalo. Si usted o alguien que conoce está luchando, recuerde la Línea de Crisis para Veteranos al 1-800-273-TALK (8255) o marque 988 y luego presione 1. No estamos solos en este viaje, y juntos podemos crear una comunidad de apoyo que eleve a aquellos que han servido. Estoy inmensamente orgulloso de mi servicio y sigo comprometido a promover el bienestar de los veteranos.
Si usted es un veterano en crisis o está preocupado por una, comuníquese con la Línea de Crisis para Veteranos para recibir apoyo confidencial las 24 horas, los 7 días de la semana. No es necesario que esté inscrito en los beneficios o la atención médica del VA para comunicarse. Para comunicarse con los servicios de emergencia, marque 988 y luego presione 1, chatee en línea en VeteransCrisisLine.net/Chat o envíe un mensaje de
texto al 838255.
Rosa Enid Arroyo-Vega
enid.arroyo02@gmail.com