Cuando era niña me enseñaron a comer pulpo. Como éramos pobres y no vivíamos cerca del océano, comimos pulpo de una lata. Siempre pensé que era especial porque mi mamá lo vestía como ensalada y ella le ponía vinagre, cebolla picada, pimientos y aceitunas, especialmente si se acompaña con plátanos fritos. Me encanta y todavía lo como hoy. Cada vez que voy de compras me aseguro de recoger algunas latas con aceite en ajo.
No fue hasta que cumplí los 20 años que fue la primera vez que tuve pulpo fresco de vacaciones en Puerto Rico y noté rápidamente la diferencia, obviamente no tenía el sabor de la lata. No pude comer suficiente durante mis muchas vacaciones en la isla. A donde quiera que fuera, lo pedía sabiendo que una vez que volviera a casa, volvería a la lata. Aún así, hoy, cuando me voy de vacaciones, es uno de los primeros platos que pido. ¡Oh, pero se pone mejor!
Sin embargo, no fue hasta los 37 años que probé por primera vez un pulpo que no tenía forma de ensalada o de lata. Era pulpo a la gallega. Fue en un restaurante portugués en Nueva Jersey llamado Valenca y estaba muy delicioso, este restaurante ha estado allí desde 1989 y a veces debes esperar dos horas para una mesa.
Su pulpo está cocinado a la perfección, tiene un sabor a mantequilla que se derrite en la boca y es muy tierno, pero no está cocinado en mantequilla. La forma en que lo hacen es simplemente hervir el pulpo, una vez hecho, se corta en trozos pequeños y se sirve con aceite de oliva recién prensado, sal de roca y mucho pimentón. Algunos lugares lo acompañan con pan, pero en Valenca se sirve con trozos de papas hervidas picadas.
¿Quiere aprender sobre otras culturas y países? Comience poco a poco probando sus alimentos. Estén atentos ya que Portugal está en mi lista de deseos y les garantizo que probaré su pulpo fresco y volveré a escribir sobre él… para ser continuado…
Rosa Julia Parra CEO, Palo Magazine