Mi Padre nació en Guayama en el 1904 de una madre soltera. Nunca supo quién fue su padre y ella murió cuando él tenía ocho años. Se fue de la casa de su padrastro en Guayama cuando tenía doce años. Se auto-educo y fue el único muralista de altares en las iglesias en Puerto Rico. Pinto siete iglesias, sabia de arte más que un catedrático, hablaba y escribía inglés y se superó en todos los aspectos. Uso los obstáculos en su vida para convertirlos en victorias.
Conoció a mi madre se casaron y tuvieron diez hijos. Ocho varones y dos mujeres. Buscando la nena tuvieron ocho varones uno detrás del otro. Estuvieron ocho años sin tener hijos y ya cuando mi madre tenía más de cuarenta años nací yo.
Con ese hombre que sufrió tanto desde niño aprendí las mejores lecciones de vida. Me enseñó a contar las estrellas, a buscar formas en las nubes, a disfrutar el aroma de las flores, a correr detrás de las mariposas y a entender que somos parte integral de la naturaleza que nos rodea. Siempre decía, “hija, si del cielo te caen limones aprende a hacer limonada dulce y nunca pierdas la capacidad de indignarte ante las injusticias.”
Me enseño lo que es la ternura y que a la mujer hay que tratarla como el pétalo de una rosa. Si tú no te valoras nadie lo va a hacer por ti.Vivimos tiempos difíciles. Mantener una familia de diez no fue tarea fácil. Pero la pobreza material fue opacada por el amor y la ternura que recibí de ese primer amor en mi vida MI PADRE.
Feliz día de los Padres
María M. García